Hace un momento respondía a una consulta, así que aprovecho para dejar aquí también mi comentario, ampliado.
En muchas ocasiones en las que en castellano usamos «estar» , cuando nos referimos a la colocación, en alemán debemos elegir entre stehen, sitzen o liegen (o incluso hängen)
Por regla general, stehen se utiliza para los objetos y las personas que están de pie, «parados» como dicen en Argentina. En ocasiones, no resulta fácil de entender por qué se utiliza stehen, y no otro verbo. Recuerdo que de niña (crecí bilingüe) llegué a la conclusión de que para cualquier cosa que pueda ser abatida o tumbada, se utiliza stehen. Nunca me he parado a comprobar si la regla nemotécnica funciona en todos los casos, porque no deja de ser eso, una regla nemotécnica. Debemos simplemente aprender que un alemán, para indicar que el plato está sobre la mesa, dice «der Teller steht auf dem Tisch».
Si la regla nemotécnica te sirve, fantástico. Pero las reglas gramáticas no son axiomas matemáticos del que se deduce el funcionamiento de la lengua. Seguramente la gente, a lo largo de los siglos, ha ido aplicando reglas. Pero eso es distinto. Lo mismo hacemos cuando adaptamos una palabra extranjera a nuestro idioma. Si empieza por sl, por ejemplo, siempre le metemos una e delante, como en estándar, o eslógan.
La lengua evoluciona, y se consolidan usos que ya no resultan evidentes. Casi creo que la razón de decir «der Wagen steht» es porque los coches sustituyeron a los caballos, y éstos sí estaban de pie en posición normal.
En castellano a veces decimos que «esto te sienta bien». En alemán distinguimos entre «das steht dir gut», es decir, arroja una buena imagen, va bien con tu figura o tu apariencia, y «das sitzt nicht richtig», porque no se ajusta bien, es demasiado estrecho o demasiado ancho, o demasiado largo o demasiado corto.
Conclusión:
para «aprender vocabulario» no uséis listas o glosarios más que como ejercicio para vuestra memoria, porque para aprender vocabulario de verdad lo que tenéis que hacer es leer y escuchar mucho, reconocer las palabras que ya conocéis, y prestar atención a cómo y en qué contextos y con qué sentido la usan los hablantes expertos. Si son nativos y expertos, mejor. Y si tenéis ocasión de escribiros o conversar con personas que tengan habilidad en enseñar su propia lengua, corrigiéndoos cuando toca (no se puede andar corrigiendo constantemente a una persona) y explicándoos cosas cuando toca (cuando podéis aprovechar sus explicaciones) no perdáis la oportunidad de hacerlo.
Y recordad: no traduzcáis, más vale que aprendáis frases de memoria, hasta que podáis usarlas con fluidez como patrones para construir vuestras propias variaciones, que no que os pongáis a trasladar trabajosamente palabra por palabra, expresión por expresión, al alemán. Porque es un esfuerzo estéril, e incluso perjudicial, en la medida en que en vuestro ordenador central, el cerebro, quedan grabadas frases incorrectas.